miércoles, 20 de febrero de 2008

Un recuerdo...

Pues no sé por qué, pero hoy me ha dado por acordarme del primer día que fuimos unos cuantos de clase al cine. Creo que fue allá por 6º o 7º de EGB (¡que alguien me corrija!), en el Palafox quedamos Nuria Ondiviela, Raquel Ezquerra, Marta Lahoz, Marta Martínez, Loli, Javi Usón, Oscar Barrera, David Artigas, Jorge Amar,... (no llega a más mi memoria).

Recuerdo especialmente ese día porque fue el primero en que iba al cine sin mis padres. ¡Eso es todo un salto! y eso que seguramente ahora los chavales irán al cine y a las discotecas y a mil sitios más a una edad mucho más precoz, en fin.

El caso es que, un acontecimiento así, vino acompañado de una película memorable: "El club de los poetas muertos", ¿quién no recuerda aquella escena de: "Oh Capitán!, mi Capitán!" con toda la clase subiéndose al pupitre? Pues me ha dado por buscar aquel poema y os lo copio a continuación porque me parece perfecto para este blog si lo tratamos como una metáfora del profesor y me gustaría que fuera un pequeño homenaje para nuestros profesores (qué romántico estoy hoy, ¿no?, es lo que tiene ser Cáncer).


¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, nuestro terrible viaje ha terminado,
el barco ha sobrevivido a todos los escollos,
hemos ganado el premio que anhelábamos,
el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo entero regocijado,
mientras sus ojos siguen firme la quilla, la audaz y soberbia nave.
Mas, ¡oh corazón!, ¡corazón!, ¡corazón!
¡oh rojas gotas que caen,
allí donde mi capitán yace, frío y muerto!

¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, levántate y escucha las campanas,
levántate, por ti se ha izado la bandera, por ti vibra el clarín,
para ti ramilletes y guirnaldas con cintas,
para ti multitudes en las playas,
por ti clama la muchedumbre, a ti se vuelven los rostros ansiosos:
¡Ven, capitán! ¡Querido padre!
¡Que mi brazo pase por debajo de tu cabeza!
Debe ser un sueño que yazcas sobre el puente,
derribado, frío y muerto.

Mi capitán no contesta, sus labios están pálidos y no se mueven,
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
la nave, sana y salva, ha anclado, su viaje ha concluido,
de vuelta de su espantoso viaje, la victoriosa nave entra en el puerto.
¡Oh playas, alegraos! ¡Sonad campanas!
Mas yo, con tristes pasos,
recorro el puente donde mi capitán yace,
frío y muerto.


Y para refrescar la memoria de todos os pongo más abajo la escena final de la película, esa por la que creo que muchos lloramos y a todos nos puso un nudo en la garganta (aunque al salir del cine nadie dijo nada, no sea que al día siguiente en el colegio se nos fueran a reír)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí que estás romántico, sí, ahora te toca Memorias de África, la escena de cuando se estrella la avioneta...